miércoles, 10 de diciembre de 2008

Por qué lo llaman amor...?

Mis queridísimos amigos, un día más me pongo en contacto con ustedes a través de este vínculo plasticoso para ponerles al día de las subidas y bajadas de la montaña rusa que es mi vida. Hoy, por fin, cogeremos carrerilla suficiente para que nuestro impulso nos lleve directamente a lo más alto en lugar de precipitarnos (como viene siendo habitual) hacia las profundidades!!! De hecho, me gustaría advertir a los lectores más recatados o facilmente impresionables que se abstengan de seguir leyendo. Para los más osados que continúen con mi historia de hoy... solamente una petición: les he avisado, así que... luego no me vengan con películas.
Supongo que estarán de acuerdo conmigo en que desde el comienzo de "plastic life" he sido un tipo bastante prudente en lo que se refiere a airear la intimidad de las personas que, por un motivo u otro, han formado parte de mis relatos. Ustedes han sido testigos de momentos de amor, de odio, peleas, borracheras, algo de sexo... pero siempre he tratado de respetar ciertos límites para no invadir demasiado la vida privada de los demás, pero éso, amigos mios... se ha acabado.
Ya les advierto que el relato de hoy es algo... subidito de tono (esta expresión es tan cursi y patética que me fascina). Lo siento por los lectores más conservadores pero hoy, se ponga quien se ponga como se quiera poner, el Santi más salvaje está a los mandos de esta nave.
Antes de entrar en los detalles más "uh yuh yuh yuh yuy", que diría la odiosa voz en off de "Aquí hay tomate" (D.E.P), les diré que esta última semana ha sido de lo más movidita. Para empezar, y haciendo caso omiso a la petición de Matías, al día siguiente de conocer el bombazo de mi posible paternidad me puse en contacto con la golfa de Leandra para aclarar las cosas. La muy hija de puta se puso hecha una fiera cuando descubrió que el pobre Matías me había confesado toda la historia. Será cerda la tía!! Pero después de una conversación telefónica de casi una hora conseguí que accediera a que los tres implicados en la historia nos sentáramos para hablar tranquilamente del tema.
Tres días más tarde nos vimos en mi casa. Imagínense cuál fue nuestra sorpresa (hablo de Matías y un servidor) cuando la anormal, porque no tiene otro nombre, de Leandra nos dice que ella siempre ha querido ser famosa y salir en la tele y que es "super fans" de la Belén Esteban y que si la ex de Jesulín puede por qué no va a poder ella. Además amenaza con bautizar (más bien condenar de por vida) a lo que nazca con el nombre de Andreíta, en caso de que "lo que venga sea una nena", y con ponerse un buen par de tetas. Joder, cómo pude compartir una parte de mi vida con semejante enjendro!!!

Pero si todo lo anterior les parece fuerte no se pierdan la segunda parte porque la muy lela ha apalabrado con "El diario de Patricia" (ahora creo que se llama "El diario" a secas porque Patricia, tras su paso por el programa, debe haberse suicidado) una amniocentesis en directo y las consiguientes pruebas de paternidad para que toda España descubra, al mismo tiempo que nosotros, quién es el verdadero padre de Andreíta.
Es precisamente ahora cuando me voy a cagar en la puta madre que ha parido a esta gilipollas aun a riesgo de que los señores de "google" le pongan a mi vida de plástico el cartelito de "warning contents". No te jode? Como si me preocupara lo más mínimo! Sepan que lo único que me importa ahora mismo es elegir la forma de cargarme a este monstruo una vez que haya liberado a la criatura inocente que lleva dentro de su asqueroso cuerpo.

Como comprenderán, después de escuchar el plan de "El diario (de Patricia)" y de imaginarme sentado en uno de esos sofas de Ikea (ideales de la muerte, pero incómodos de cojones) a la espera de los resultados del test de ADN, decidí echar a Leandra de mi casa (por respeto a Andreíta no lo hice a patadas); qué sería lo siguiente? una entrevista hecha por Jaime Bores en alguna tele local? Sí, tranquilos amigos, es normal que no le recuerden; supongo que el propio Jaime se olvidó de si mismo mucho antes de que Patricia (la del diario) decidiera dejarnos para siempre. Estén donde estén..., esperemos que ambos descansen en paz... y lejos. A este tipo de cadáveres televisivos el día menos pensado se les ocurre aparecer de repente (sin previa invocación, ni "ouija", ni ná de ná) y te puedes cagar por la pata del susto.
Lo más destacable de todo esto es que Matías ha terminado con Leandra y yo, sinceramente, me alegro un huevo.
Ahora ya no se rifa un bombo porque a estas alturas del partido mucho me temo que tanto Matías como yo nos hemos ilusionado con Andreíta; ahora lo que se rifa, y nadie quiere, es un vínculo de por vida con la zorra de Leandra. En honor a mi amiga Pui (que últimamente nos tiene muy abandonados) he de decir que prefiero que me hagan una gastroscopia con un canalón de hierro oxidado o expulsar dos piedras de riñón de 300 gramos cada una antes que tener algo que ver con semejante monstruo.

Dando un giro radical a mi relato, pasamos a la parte más... en fin, cómo diría... más cachonda.
La cuestión es que, el día que me había citado y a la hora prevista, me presenté en el despacho de Adela con cierta inseguridad porque desconocía sus intenciones. Una parte de mí pensaba que quizás pretendía recriminarme por la "tocata de teta" y reclamarme los ochenta euros de la última consulta, y otra parte se decantaba por la posibilidad de que tal vez su intención era disculparse por el hostión que me había arreado y firmar una especie de tregua; bien, pues ambas partes se equivocaban. Si en lugar de pensar con la cabeza lo hubiera hecho con lo que todos ustedes se están imaginando... sin duda habría acertado porque, nada más poner el pie en la consulta, Adela saltó sobre mí como el leopardo que ataca a la gacela en los documentales de la dos. En un principio pensé que la tía se había vuelto loca y pretendía acabar con mi vida. Confieso que me pilló por sorpresa y actuó con tal velocidad que apenas tuve tiempo a reaccionar; en cuestión de segundos mis pantalones se encontraban arrebujados a la altura de mis tobillos y mi "cosita" (compréndanlo, estaba asustado y el miedo, al igual que el frío, causa estragos) dentro de su boca. Ay dios, no podía quitarme de la cabeza a la puñetera Isabel Pantoja con sus "dientes, dientes, que es lo que les jode" y chillé tan alto como pude, pero enseguida me di cuenta que las intenciones de mi psicóloga se alejaban bastante de una improvisada castración casera, así que auyenté a la Pantoja (puede existir imágen menos erótica?) de mi cabeza y me relajé mientras Adela (parece mentira que hace sólo unos días casi me arrancara la cabeza por poner mi mano sobre su pecho) se comportaba como una digna sucesora de la gran Linda Lovelace en "Garganta Profunda".

Si no recuerdo mal, esta no es la primera vez que nombro en una entrada a mi adorada estrella del porno de los años 70, pero es que no es para menos; de hecho, he pensado en escribir a Benedicto... perdón pero no recuerdo el numerito (debería llevarlo en la espalda como los futbolistas, no creen?), para proponerle la canonización de la señorita Lovelace. Se imaginan? Santa Linda Lovelace!! Verdad que suena bien? En la carta le incluiré algún dvd para que a ese señor no le quepa ninguna duda de que esta chica era única haciendo milagros.
Bueno, pues lo que había comenzado con una felación (sí, ya sé que suena cursi, pero es que "mamada"... resulta pelín vulgar, no?) continuó con una auténtica demostración del sexo más salvaje que jamás hubiera probado, las posturas más inverosímiles, las sensaciones más placenteras, los juguetitos más originales, vibrantes, viscosos, olorosos...; mezclamos nuestros fluídos en el suelo, sobre la mesa, contra la pared, en el diván en el que al mes se posaban cientos de culos y que hoy se pegaba al mío por el sudor que inundaba mis nalgas mientras Adela cabalgaba sobre mí como una experta amazona susurrándome al oído frases que, por pudor, soy absolutamente incapaz de reproducir para ustedes pero que me provocaron una... no sé, digamos... explosión que me hizo gritar como un salvaje mientras ambos nos dejábamos caer sobre la moqueta, empapados en sudor, exhaustos, paladeando el dulce olor a sexo que flotaba en el ambiente de la consulta; pero el descanso duró poco. No voy a dármelas ahora de superfollador (está claro que los famosos siete polvos en una noche de Antonio David y Nuria Bermúdez no hay humano de mi edad capaz de superarlos; ni siquiera de empatarlos), pero Adela sabía como manejarse para que mi... (el asunto tiene cojones!! Nunca me ha resultado tan difícil encontrar una palabra para algo que tiene tantos nombres, pero es difícil elegir el adecuado para no resultar cursi ni pasarse de bestia. Quizás entre la cursilería de "pilila" y la ordinariez de "rabo", haya un término medio que encaje mejor, no creen? Debería hacer una encuesta similar a la del nombre del nuevo retoño del padre de los nueve, pero como no tengo mucho tiempo... será mejor que lo decida yo solito. Para empezar descarto pilila, pene, polla, cipote, rabo, picha, manguera, cimborrio, banana, cimbel, badajo, nardo, pirula, falo, pijo, mástil, pepino, minga, chorra, nabo, tranca, punta y verga; y después de valorarlo unos minutos... creo que lo tengo claro, la voy a llamar... "miembra"; así que retomo el relato)
...pero Adela sabía como manejarse para que mi miembra la obedeciera y danzara al ritmo que ella marcaba. Se había convertido en una especie de cobra que buscaba la verticalidad hipnotizada por la música; pero, en este caso, mi psicóloga no tuvo necesidad de tocar la flauta (juro que ésto no lo digo con doble sentido); su cuerpo desnudo al lado del mio, el modo de acariciar con la punta de su lengua mi abdomen y el ligero ronroneo que producía su garganta actuaban como una especie de canto de sirena ante el cual la miembra no podía resistirse.
Lo hicimos de nuevo. Con la misma intensidad que la primera vez volvimos a encajarnos el uno en el otro como dos piezas de un puzzle que se necesitan y se complementan para formar algo coherente; durante unas horas desapareció nuestra autonomía como personas y nos convertimos en un único ser (ésto suena muy hortera pero les aseguro que es lo que sentíamos), hasta el punto de que aún ahora, mientras escribo esto, continúo sintiendo el enorme vacío que se instaló en mi interior en el preciso instante en que mi boca se separó de la suya y mi miembra abandonó su acogedor... (mierda, me ha vuelto a pasar! y ahora qué? chichi, almeja, vagina, chocho, conejo,... bah, paso de complicarme. Si me lo permiten lo llamaré "coño" que es como lo he llamado toda mi vida; así que retomo el relato)
...y mi miembra abandonó su acogedor coño (madre mía, creo que voy a recibir más de una crítica por esto); no he dejado de pensar en ella, pero tranquilos todos (sobre todo Berto que se preocupa mucho por mi querencia a los enamoramientos fugaces) porque no se trata de amor... si no de puro sexo; o al menos eso creo.
Cuando salí de la consulta de Adela me temblaban las piernas; el folleteo me había pillado en ayunas y la debilidad que sentía me obligó a volver a casa en taxi. Me duché, me comí una lata de fabada sin calentar y me tumbé en el sofá a hacer la digestión mientras Chris Waitt me contaba una historia completa de sus fracasos sexuales ("A complete history of my sexual failures". http://www.completehistorymovie.co.uk/). La versión original en inglés y sin subtítulos me obligó a estar tan concentrado que durante una hora y media abandoné mi mundo de plástico para centrarme unicamente en el buen cine hecho con pocos medios y muchas ganas.
En fin, queridos hermanos, después de una entrada tan "sucia" (palabra exacta utilizada por Cipriano tras la lectura previa a la publicación, a la que me veo obligado a someter todos los textos) y por terminar con un toque cultural, les recomiendo encarecidamente la exposición fotográfica del gran Alberto García-Alix que se puede visitar hasta el 16 de febrero en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.
Dice el propio autor que "la fotografía es un poderoso médium. Nos lleva al otro lado de la vida. Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras, siendo sólo presencia, también vivimos. Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados. Por fin domesticados… Congelados. Al otro lado de la vida... De donde no se vuelve"; y como yo no sería capaz de escribir nada mejor para cerrar la entrada... me voy despacito y sin hacer demasiado ruido. Hasta la próxima amigos y, como siempre, muchas gracias.