Hola, amigos y amigas plasticosos. Hoy es un día más que especial para las fans de Matías (aún recuerdo comentarios escritos en este blog del tipo "es tan mono..."). En fin, que aunque en su día llegamos a las manos, tengo que confesar que se ha convertido en alguien cercano e importante en mi vida. Supongo que no hace falta que os recuerde que actualmente Matías es la pareja de mi ex-novia Leandra (vade retro, Satanás) y que además es mi compañero de trabajo, no? Bueno, pues incluso con ese historial, le he cogido mucho aprecio. Ya sé que andarse de confesiones con el tío que se cepilla a tu ex es un poco... vamos a decir raro, pero Leandra está tan perdida en mi memoria que el escozor que pudiera llegar a sentir por su traición no pasa de ser un ligero picor de huevos que se alivia con una discreta rascadita a través del bolsillo del pantalón. Vale, las metáforas nunca han sido lo mío pero ya sabes, Yeni, que me gusta ser un poco burro y soez a pesar de correr el riesgo de perder el poquito encanto que pueda tener.
Bueno, estoy empezando a dispersarme y lo mejor que puedo hacer es comenzar la casa por el tejado y darle coherencia a mi historia.

Los últimos días (desde la carta de Katia y la movida de la sandwichera del Alcampo) tengo, como dirían en "Cristal", "la moral por el piso y no me provoca platicar". Sí, qué pasa? Acaso soy el único que se tragó el jodido culebrón? De hecho, hace un par de años, apoyándome en el rollito "vintage" que está tan de moda, diseñé unas camisetas con el slogan: "Cristal y Luis Alfredo. Eternal love" en el pecho y una foto de "la beba de los Ascanio paraliticada" impresa en la espalda. Hace falta que les diga que no vendí ni una? Juro que no entiendo a la gente. Odio a todos esos hijos de puta que encumbran a personajes del tipo "chiquilicuatre" y que, a la primera de cambio, no sólo los olvidan si no que reniegan de ellos. Quién se acuerda a estas alturas del "crusaíto" o el "briquindans"? Lo único bueno de todo esto es que, al fin, David Fernández ha podido matar al puto personaje que le convirtió en el bufón de todos los españolitos durante varios meses. Hay que joderse; cómo está el país!!

Bueno, voy al grano porque todo esto me sirve para decirles que sí, que estoy muy depre y que se me nota; de hecho Matías lo ha captado al vuelo nada más verme entrar por la puerta de la oficina. No es que el tío sea un lince; más bien era evidente por mi aspecto desaliñado y las lágrimas que corrían por mis mejillas al encender mi ordenador y ver el salvapantallas con la foto de un servidor junto a Katia en un bonito día de playa que compartimos no hace demasiado tiempo.

El caso es que le conté a Matías toda la película y él tuvo claro que con quien debía hablar, sin dejar pasar más tiempo, era con Jaime, a fin de cuentas él es mi mejor amigo y, aunque no tuviera demasiadas ganas de enfrentarme a él cara a cara para tratar el tema, debía hacer un esfuerzo por salvar una amistad que se remonta casi hasta nuestra más tierna infancia.
Estoy seguro que Jaime ha entrado en el blog y ya sabe de la existencia de la famosa carta de Katia; imagino que, precisamente por eso, no ha dado señales de vida desde hace unos días. También le conté que lo que realmente me pedía el cuerpo era cargarme a Jaime, a Katia, a su mono tití y a todo ser plasticoso que se cruzara en mi camino. Me imagino a mí mismo portando un lanzallamas y derritiendo sus cuerpecitos hasta dejar pegado sobre el suelo un negro bulto informe que no recuerde en nada lo que había existido antes de que el fuego hiciera su trabajo.

Después de esta última confesión, Matías rebuscó en el cajón de su mesa y me tendió una tarjeta de visita de una amiga suya que según él "es muy buena psicóloga y puede echarte una mano con tu problema". Pero qué coño problema? Querer matar a todos es un problema? Si pretendiera comerme sus cadáveres, disecarlos o, incluso, hacerme un traje con sus pieles de plástico... podría entender que necesito ayuda de algún loquero (vale, ya sé que los psicólogos no son loqueros), pero yo sólo quería cargármelos sin más; como todos estos que salen a diario en la tele, nada escandaloso; unos simples crímenes que ocupen tres minutos de un informativo y punto. Aunque pensándolo bien... ya de hacerlo, mejor que fuera a lo grande, no?

Desde la oficina hice una serie de llamadas: la primera a la amiga de Matías (me ha citado para dentro de tres días en su consulta), la segunda a Jaime y la tercera a Katia; con ellos he quedado esta tarde en mi casa, pero ninguno de los dos sabe que el otro estará allí. Para arreglar las cosas será mejor que estén presentes ambos y, si por el contrario, decido cargármelos... para mi también será más cómodo matar dos pájaros de un tiro dentro de la misma jaula, no creen? En fin, amigos míos, que todo depende del punto que me dé cuando entren por la puerta. Por lo que pueda pasar tengo trazados dos planes; el plan A (trataré que sea éste el que finalmente se lleve a cabo) mucho más amable y conciliador, y un posible plan B del que no puedo hablarles por miedo a que, llegado el caso, este blog pudiera ser utilizado en mi contra en un hipotético juicio por asesinato.
Lo único que le falta a mi vida de plástico son un par de crímenes. En fin, queridos amigos, espero poder contarles una bonita historia en nuestro próximo encuentro blogero y no un relato cruel y sangriento; pero nunca se sabe. "Quid pro quo, Clarice".