
Esta mañana cuando he llegado al trabajo y el guardia de seguridad de la entrada me ha dado los buenos días me han entrado ganas de quitarle la porra y golpearle con ella la cabeza hasta reventarle la tapa de los sesos. "Para tí son buenos, gilipollas?" debería haberle dicho, "porque para mí son una puta mierda". En fin..., el hombre tendría la mejor de sus intenciones pero a mi me toca las pelotas. Lo siento, cuando tengo resaca soy lo peor. Lo único que me consuela es que por fin es viernes.
Ayer estuve con mi amigo Jaime (tío, te quiero!!!) y hoy no puedo con el alma. Trataré de arrastrarme por la oficina durante ocho horas y de pasar lo más desapercibido posible para que no me caiga ningún marrón.
Jaime es el amigo ideal para quedar dos días después de que tu novia te haya dado por el culo. Sólo me hicieron falta unas cervezas, unos porros y su discurso para convencerme de lo poco que necesito a las mujeres y, sobre todo, a Leandra.

Después del alcohol, las drogas y la exaltación de la amistad propia de los borrachos sólo me faltó declararle amor eterno a Jaime. En el fondo creo que lo mejor sería haber sido maricón o, mejor dicho gay, que no quiero herir ninguna sensibilidad; aunque al que probablemente ofenderé será a mi amigo Oscar, que le gusta más un maromo cachas que a un tonto un lápiz, y cuando le confesó con veinte años a su padre que era gay, el hombre le dijo "pero qué gay, ni gay?. Tú lo que eres es maricón!". Oscar siempre dice que su padre es muy sabio y, desde entonces, no soporta que le llamen gay. Él es maricón, y punto.
El caso es que al final ni le declaré amor eterno a Jaime ni tan siquiera creo que hubiera podido aunque tuviera la intención. Fueron demasiadas horas bebiendo y fumando y terminé la noche vomitando sobre el suelo del cuarto de baño... pero felíz! No necesitaba a nadie para ser un tipo alegre; estaban mis amigos, mi familia... y Leandra ya era pasado. O eso creía yo.

Después de vaciar mi estómago me metí en la cama y en menos de dos horas sonó el puto despertador. Fueron pocas horas de sueño, pero las suficientes para olvidar el discurso de Jaime. Mientras el monstruo que vive sobre mi mesilla de noche chillaba con su voz de pito pensé que echaba de menos a Leandra a pesar del tremendo dolor de cabeza. Sigo enamorado, triste y, encima, resacoso. Soy de plástico, pero estoy hecho una mierda. Por cierto, tremendo subidón con el tema de la Selección. Esta mañana en el curro me han contado que ya se ha metido en la final después de jugar todo un partidazo. Yo no pude verlo; estaba ciego.

3 comentarios:
Sabía que la segunda entrega tampoco iba a dejarme indiferente.... Me encanta eso de que "Soy de plástico, pero estoy hecho una mierda". Por lo poco que he leido de Santi tiene más corazón en ese pequeño cuerpecito de plástico que muchos hombretones de carne y hueso. Espero ansiosa la tercera entrega de tu vida plasticosa.
Sara.
Santiaguito, no me extraña que estés arrastrándote por la oficina. Yo acabo de amanecer y no sé si llegaré con vida a mañana. Voy a engullir un par de "alkaseltzer" y a empujarlos con una cañita (dicen que la mancha de mora, con otra mora se quita). Saludos amigo; y recupérate el fin de semana. Por cierto, llegué a casa sin el gorro de lana. Lo tendrás tú por casualidad?
Jaime.
Hola Santi! guapo! Soy Pui,no estés triste ...si es que lo de Leandri se veía venir...bueno...al parecer todos lo veíamos menos tú...pero tranqui!!!hay que pasar página y animarse!!!Seguro que tu plasticlife te depara hermosas sorpresas...
Este finde hacen fiustuki los piratas en el Barco,a ver si os pasaís Jaime y tú,venga! que va estar guay!
Plastickisses.PUI.
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